domingo, 22 de noviembre de 2009

La Ruptura del Gral. Horacio Vásquez con el Gobierno del Gral. Ramón Cáceres.




Por: Andrés J. Morillo

El Gral. Ramón Cáceres se encontraba ejerciendo su segundo período de gobierno, después de haber ganado las elecciones realizadas en 1908. A pesar de los frutos de estabilidad e institucionalidad que su gobierno había alcanzado para la fecha una fuerte crisis social agobiaba para entonces al país. Dicha crisis social era provocada por ciertos sectores, tales como algunos “militares y políticos Lilisistas desalojados del poder hacia años”, y que junto con varios Jimenistas, forzados por el control que ejercía el gobierno por medio a su aparato militar sobre las instituciones de recaudación del Estado, dejaron de percibir los ingresos que obtenían cometiendo fraudes mercantiles, contrabandos marítimos y todas las irregularidades aduanales que se realizaban para la época.

Esto se expresó “en una miseria espantosa para todos aquellos que no estaban preparados para la lucha intestina por su existencia y que no tenia recursos pecuniarios ni poseían ninguna propiedad y que además se hallaban privados de toda instrucción” . Estos sectores al verse imposibilitados de realizar sus mecanismos de malversación se vieron obligados a cometer actos delictivos, así lo muestran las siguientes cifras sobre el aumento de la criminalidad durante el período de 1906 a 1911: “en 1906, los tribunales de justicia juzgaron 1,714 delincuentes implicados en 1,447 causas; en 1910, el número de delincuentes ascendió a 3,061 implicados en 2,580 causas” y “a 3,674 el números de delincuentes envueltos en 2,953 causas juzgadas en 1911” .

Este control que el gobierno del Gral. Ramón Cáceres ejercía sobre las finanzas nacionales y las instituciones oficiales “lejos de traer la estabilidad al gobierno y la regularidad en la transmisión de los poderes presidenciales, provocó un efecto contrario” , que se manifestó en su máxima expresión con el rompimiento político entre el jefe del Parido Horacista (Los Coludos), el caudillo nacional por excelencia, el Gral. Horacio Vásquez y su primo el Presidente de la República, el Gral. Ramón Cáceres.

Para 1909, el Gral. Horacio Vásquez por insistencia del presidente, Gral. Ramón Cáceres y de don Emiliano Tejera, había aceptado dos años atrás el cargo de Administrador General del Gobierno en la construcción del ferrocarril de Moca a Santiago, que era una continuación del ferrocarril Central Dominicano. Para entonces los trabajos de construcción habían progresado con rapidez y sin dificultades cuando “el Gral. Vásquez supo que el gobierno estaba envuelto en una transacción que era, ni, más ni menos, un intento de especulación con las tierras expropiadas (de adeptos suyos A. J. M.) por el gobierno nacional de acuerdo con el derecho de dominio eminente para la construcción del ferrocarril” .

De inmediato, al recibir las quejas el Gral. Vásquez se dirigió al gobierno en “protesta” sobre las supuestas expropiaciones de tierras que se les habían hecho a algunos de sus allegados.

El Ministro de Hacienda y Comercio, el Licdo. Federico Velásquez Hernández, mano derecha del presidente Cáceres y que según muchos fungía de Primer Ministro del gobierno, donde todo tenia que pasar por sus manos, respondió de inmediato a las reclamaciones del Gral. Vásquez, el cual se encontró ofensivas a su persona lo dicho por este, iniciándose un período de tensión dentro del gobierno y del Partido Horacista (Los Coludos), que terminaría con la ruptura definitiva entre el Gral. Vásquez y el gobierno, ya que el presidente Cáceres favorecía y apoyaba al Licdo. Velásquez.

No ponemos en duda de que este tipo de especulación sobre las expropiaciones de tierras pudiera estar circulando, no obstante hasta el momento no se ha identificado documento oficial alguno que certifique estas supuestas transacciones hechas con tierras expropiadas, lo que deja entre dicho las reacciones tomadas por el Gral. Vásquez quien “renunció y decidió suspender toda relación con el gobierno” .

Entonces ¿Qué razones motivaron al Gral. Vásquez romper con el gobierno del Gral. Cáceres?

La respuesta está en los propósitos políticos y el carácter del Gral. Vásquez donde “la ambición política era una pasión dominante”, a esto le sumamos que los propios seguidores del Gral. Vásquez, así como los del presidente Cáceres, estaban ejerciendo presiones y provocando intrigas para crear una ruptura entre estos; “los allegados al Gral. Cáceres y algunos de sus Ministros hostilizaban al Gral. Vásquez, limitando su influencia en el gobierno y separaban de los cargos públicos a cuantos le eran devotos. Este último se sintió desairado e impulsado por un grupo de jóvenes, deseosos de implantar el más avanzado liberalismo; no ocultó su desaprobación a la política gubernamental”, esperado solo el momento apropiado para actuar, púes aprovechó la circunstancia interna que le proporcionó el supuesto hecho de las expropiaciones de tierras para romper sus vínculos e iniciar la ejecución de su proyecto político.

En el verano de 1909 el Gral. Vásquez partió hacia Francia alegando que se trataba de un viaje de recreo, poca semanas después se estableció en la ciudad de New York, de donde manifestó su condición de opositor al gobierno dominicano.

Desde esta ciudad recibió informaciones del curso que seguía la administración del Gral. Cáceres, lo que lo llevó a tomar la decisión de escribir y enviar en febrero de 1910 una carta al presidente de la república, en la cual “no tuvo la intención de hacer pública, fue sustraída del correo e inmediatamente publicada en toda la república”. Según algunos la carta fue “redactada por el Licdo. Enrique Henríquez”, pero el Gral. Vásquez asumió toda la responsabilidad de ella. Antes de que la carta llegara al presidente Cáceres, se había dado con ella un “caso singularísimo de que comenzara a circular ampliamente en el país, en hojas sueltas” . Se sostiene la idea de que la aludida carta fue sustraída por “un agente de Velásquez, cosa muy probable, ya que la influencia y el poder de este en el seno del gobierno había llegado a tal extremo que todas las cuestiones públicas eran referidas a él y luego al Gral. Cáceres, en última instancia; hasta los miembros del congreso estaban acostumbrados a consultar al señor Velásquez antes de dar su voto, para saber cuales eran los deseos de la administración” .

No entraremos en detalle sobre el contenido de la carta, pero al conocerse “los amigos del presidente Cáceres y los empleados públicos le dirigieron cartas aprobatorios de su política, declarándose separados del Gral. Vásquez cuya conducta condenaban”, dando por hecho la ruptura política entre estas dos figuras que había librado juntos un sin número de luchas políticas, a parte de estar aparentados familiarmente. “Vásquez se sintió traicionado por Cáceres, su ex-subalterno político; y las emprendió contra el. Al obrar aquel así, Cáceres se sintió a su vez traicionado y acusó a su ex-jefe de sinvergüenza” .

Al ver tal situación algunos miembros del Partido Horacista intentaron conciliar la relación entre estos; tal fue el caso del Gral. Casimiro de Moya, quien viajó a la Cuidad de New York a entrevistarse con el Gral. Vásquez y limar las asperezas, pero todo fue infructuoso. La ruptura política era un hecho consumado entre estas dos figuras que habían dominado el escenario político de inicios del siglo xx.

Igual situación se dio en el Partido Jimenista (Los Bolos) donde un grupo de los más prominentes, tales como: Francisco Henríquez y Carvajal, los Grullón, Francisco J. Peynado, Fiallo Cabral, Machado y casi todos los intelectuales jimenistas se inclinaron hacia el presidente Cáceres, mientras que los hombres de acción del partido jimenista, tales como: Mauricio Jimenes, Desiderio Arias, Zenón Toribio y otros se inclinaron hacia el Gral. Vásquez, que junto con un grupo de horacistas enemigos del gobierno de Cáceres, tales como: Enríquez Henríquez, antiguo lilicista, Santiago Guzmán Espaillat y Francisco Espaillat de la Mota, iniciaron una fuerte campaña de oposición.

¿Por qué la mayoría de los intelectuales Jimenistas se inclinaron hacia el gobierno de Cáceres y la mayoría de los hombres de armas del Jimenismo se inclinaron hacia el Gral. Vásquez?

Esto lo responde, en primera instancia la estabilidad política y el desarrollo económico que había logrado el gobierno de Ramón Cáceres, al organizar el tren gubernamental, un anhelo que propugnaban la mayoría de los intelectuales del país durante esta época, pero sobre todo era un gobierno que se identificaba con este sector burgués, mientras que los hombres de armas acostumbrados al desorden político, vía por la cual lograban obtener sus ambiciones políticas y económicas, no aceptaron ni acogieron el orden establecido, decidiendo así unirse al Gral. Vásquez, hombre aguerrido y de naturaleza belicosa, pensando que con este podían lograr sus propósitos.

Lo cierto es que con la separación de estos dos lideres caudillistas, el país volvía pronto al desorden institucional y al caos político, y a vivir una nueva experiencia política, como lo fue el intento de establecer una dictadura de carácter militar por parte de una figura que no era un caudillo tradicional, ni siquiera era un cacique local, sino que era un egresado del cuerpo militar que había organizado y profesionalizado el presidente Cáceres y que sólo era conocido en los círculos militares y en la cúpula del gobierno; nos referimos al coronel Alfredo Victoria.

Quedó demostrado con esto que “les faltó visión política tanto a Cáceres, como a Vásquez, pués dentro del régimen democrático, en proceso de formación, habría habido cabida, sobre la base de la alternabilidad, para todas las aspiraciones y no era justo ni prudente ni acertado cerrar a Horacio Vásquez los caminos de la presidencia cuando contaba con simpatías de una parte preponderante del país y cuando los vínculos existentes entre ellos y los numerosos amigos comunes, el triunfo de uno no implicaba necesariamente la caída de otros. Careció también Vásquez de habilidad para sortear escollos. Con un poco de flexibilidad de su parte y una conciliadora explicación hubiera despertado tal vez, en el alma generosa de Món Cáceres, aquel arraigado sentimiento, mezcla de afecto y admiración hacia el, que le hizo en otros tiempos brazo ejecutor de sus planes políticos. De haber continuado ambos identificados en ideales y en el propósito de llevarlos a la práctica, como los concibieron en el amanecer de libertad del 26 de julio, habrían orientado los destinos patrios hacia la anhelada implantación de una democracia” .

Es preciso señalar que estos hechos ocurrieron en la superestructura política, “sin que las grandes mayorías populares víctimas de una creciente miseria, tomara parte de ello” , o sea que estos hechos ocurrieron dentro de los cuadros jerárquicos del horacismo, de jimenismo y del Cacerismo, que eran burgueses.

“Se trataba en el fondo de una pugna inter-burguesa que se desarrollaba en el escenario del partidismo caudillista análogo” . Las masas populares del pueblo consideraban como ídolo del partido al Gral. Vásquez, el Cacerismo o Moncismo, era un fenómeno circunscrito a la burguesía y a determinados sectores de la clase media, ubicados sobre todo en la capital y en las regiones donde había dinamismo económico permitido por las industrias azucareras.

Este Cacerismo o Moncismo, también “era un disfraz del cual frecuentemente se servia el Velaquismo naciente”. En el Cibao la situación era disímil: la burguesía horacista y los sectores de la clase media, mantuvieron viva su lealtad al caudillo, resumiendo así al decir que estas contradicciones “inter-burguesas”, tenía una base geográfica de acción; se trataba de una pugna entre la burguesía Horacista cibaeñas y la burguesía capitaleña y surdestana Cacerista.

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